Cada mañana nos presenta una página en blanco, una oportunidad de hacer todo nuevo y diferente. ¡Aprovecha esta oportunidad!
“Que las misericordias del Señor jamás terminan, pues nunca fallan sus bondades; son nuevas cada mañana; ¡grande es tu fidelidad!” (Lamentaciones 3:22-23).
Dios renueva sus misericordias cada mañana. Cada día, Él le da a la humanidad una nueva oportunidad.
El bien que hiciste entonces fue bueno para esa época. ¿Siempre has hecho lo correcto? ¡Muy bien! Pero hay que seguir haciéndolo. El bien de ayer sólo fue suficiente para ayer.
Nosotros nos llevamos más mal del pasado que bien, porque los malos recuerdos y acontecimientos son más traumáticos. Todo lo que llevamos dentro de nuestro pasado nos retiene y nos ata en el presente y el futuro.
Quizás te estés castigando y condenando a ti mismo; el pasado suele condenarnos diciendo: “¿Por qué hiciste esto? Estás condenado a vivir así”.
Pero Dios es diferente. A la mujer sorprendida en adulterio le dijo: “Vete; desde ahora no peques más” (Juan 8:11). Si ella salía de allí y continuaba en adulterio, era su problema. Sin embargo, si se arrepintió, la misericordia de Dios la alcanzó y fue salva.
Por tanto, las misericordias de Dios no tienen fin mientras exista un mañana. El fin sucederá algún día, pero si hoy ha amanecido para ti un nuevo día, ahí está la misericordia.
Si desperdicias las misericordias de Dios, eres destruido por tus propias decisiones. Sin embargo, si cambias tu forma de actuar y pensar, recibirás paz, perdón y la oportunidad de seguir hacia delante y empezar de cero.