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Venganza: Dulce en la boca, amargo en el estómago

Revenge

¿Alguna vez has estado tan enojado con alguien que un deseo irresistible de venganza comenzó a crecer dentro de ti?

Alguien a quien una vez amaste ahora es un objetivo en tu misión de venganza.

Estos sentimientos a menudo surgen después de la decepción de una traición, un rechazo o incluso una pelea.

Sin embargo, lo que muchos no se dan cuenta es que la satisfacción que experimentan inicialmente por pagarle a su agresor por el daño causado es momentánea. Después de la gratificación de corta duración, viene el arrepentimiento, la vergüenza o la culpa por sus acciones.

Hay varios lugares en las Sagradas Escrituras que nos advierten de los efectos nocivos de tomar venganza con nuestras propias manos. En el libro de Romanos, por ejemplo, el apóstol Pablo exhortó:

“Nunca paguéis a nadie mal por mal. Respetad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto de vosotros dependa, estad en paz con todos los hombres. Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mia es la venganza, yo pagare, dice el Señor.” (Romanos 12:17-19)

Para que una persona llegue al punto de realizar una acción de venganza es porque no limpió inmediatamente su corazón de los sentimientos negativos que surgen después de una ofensa.

Por eso, el perdón, mencionado más de 60 veces sólo en el Nuevo Testamento, es un elemento esencial en el camino de fe de un cristiano.

Aunque a veces puede ser un desafío, es una acción que será necesaria por el resto de tu vida, ya que los seres humanos tienen defectos y tienden a cometer errores.

Es importante señalar que devolver mal con mal no siempre es obvio, sino que se puede ver en comportamientos más sutiles, como el trato de silencio, desear el mal de la otra persona y la envidia.

Dejar ir estos sentimientos dañinos, aunque sea difícil, te beneficiará más que a la otra persona, permitiéndote dejar atrás el pasado.

El rey David nos sirvió de excelente ejemplo, cuando perdonó a Saúl y no le hizo daño, aun cuando tuvo la oportunidad de hacerlo:

“Y dijo a sus hombres: El Señor me guarde de hacer tal cosa contra mi rey, el ungido del Señor, de extender contra él mi mano, porque es el ungido del Señor.” (1 Samuel 24:6)

Si todavía no estás convencido de que perdonar es algo que debes hacer, el Señor Jesús enseñó a sus discípulos que sólo aquellos que perdonan a sus ofensores recibirán el perdón de Dios.

Cuando Pedro le preguntó: “Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí que yo haya de perdonarlo? ¿Hasta siete veces?” El Señor Jesús usó la parábola del siervo que no perdona para explicar por qué cualquiera que no esté dispuesto a perdonar, no recibirá el perdón de sus pecados (Mateo 18:21-35).

Sin embargo, no hace falta decir que hay algunos comportamientos que parecen imposibles de perdonar. Cuando esto ocurre, sólo el poder de la fe te ayudará a eliminar estos sentimientos venenosos.

Si tienes dificultades para perdonar a alguien por lo que le hizo, visita hoy la Iglesia Universal Hispana y habla con tu pastor, quien estará disponible para ayudarte. ¡Estamos aquí para ayudar!

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Evento: Reuniones de la Terapia del Amor
Fecha y hora: Jueves a las 20:00h.
Ubicación: Rainbow Theatre, 232 Seven Sisters Road, Finsbury Park, N4 3NX