“Porque sabemos que si la tienda terrenal que es nuestra morada, es destruida, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha por manos, eterna en los cielos. Pues, en verdad, en esta morada gemimos, anhelando ser vestidos con nuestra habitación celestial.” (2 Corintios 5:1 – 2)
Debemos recordar que no importa lo que construyamos en este mundo, nunca será más que solo un tabernáculo (tienda). Tarde o temprano se desvanece.
En cambio, debemos gemir por el edificio sólido que espera a aquellos en el cielo que son verdaderamente salvos y valoran los sacrificios que se requieren para atravesar la puerta estrecha.
Deténgase por un momento hoy y examine si ha estado poniendo todo su esfuerzo en su tienda aquí en este mundo, o en el edificio que espera a todos los que son salvos en el Reino de los Cielos.
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