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La verdadera fe viene del Espíritu Santo. Esta no es la misma fe con la que hemos nacido, la fe natural, la cual es imposible sobrevivir sin ella. La utilizamos todos los días. Tenemos fe para asumir cosas naturales, tales como, determinar que estaremos en casa a cierta hora o mañana ejecutaremos cierto plan.
No le pedirías a un conductor de autobús si tiene la licencia. Supones con tu fe natural que es capaz de llevarte a donde necesites ir. Confias que llegarás a tu destino.
Sin embargo, la fe sobrenatural nos hace vivir una vida extraordinaria.
Cuando había hambruna en la tierra de Israel y todos estaban viajando a Egipto para encontrar las provisiones para sus familias, Dios le dijo a Isaac que no fuera.
“Y se le apareció el Señor, y dijo: No desciendas a Egipto; quédate en la tierra que yo te diré.. Reside en esta tierra y yo estaré contigo y te bendeciré…’” (Génesis 26:2,3)
Isaac pudo haber seguido a la multitud, pero decidió tener fe en la promesa de Dios, se quedó, sembró y cosechó.
Dio proveyó para él un pozo de agua corriente y fue bendecido.
Ahora Isaac podía ofrecerle comida a otros, y llegó a ser más rico que las autoridades de aquella ciudad, todo porque decidió vivir extraordinariamente como él creyó.
No había nada que él podía haber visto físicamente, solo una tierra seca y el cielo, no había señales de lluvia. Pero Dios hizo que el agua viniera de la tierra.
Como hijo de Dios, debes vivir una vida diferente. Él prometió marcar una gran diferencia entre aquellos que Le sirven y aquellos que no.
Basado en esto, no te puedes conformar con la vida que tienes.
Que Dios te bendiga.
Ob. Randal Brito
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