Posponer la decisión más importante

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Posponer la decisión más importante

En el apuro de nuestra vida cotidiana, nos esforzamos por hacer realidad nuestros sueños; pero si nos detenemos a pensarlo, realmente no importarán el día que fallezcamos. Aunque tenemos derecho a una vida bendecida, nada es más importante que asegurarnos de que nuestras almas estén en las manos de Dios.

En la Biblia, vemos que cada bendición tiene requisitos, lo mismo ocurre con la salvación de nuestra alma. Para recibir una nueva vida, debemos renunciar a nuestras vidas anteriores. Debemos rendir nuestro cuerpo, alma y espíritu, y vivir de acuerdo con los principios y la voluntad de Dios, para que Él pueda darnos una nueva vida aquí en la tierra y también salvar nuestra alma. Si rendimos una vida antigua que solo nos ha traído vergüenza y descontento, Él promete darnos vida en abundancia y eternidad a Su lado. Parece una oferta irresistible. Entonces, ¿por qué a muchas personas todavía les resulta difícil aceptarlo?

Hay tres razones principales por las cuales las personas luchan para entregar sus vidas a Jesús:

1 – Olvidan que Dios puede hacer más y sabe más que ellos. Quieren ser autosuficientes y vivir según sus propias normas, pero terminan corriendo hacia Dios cada vez que se enfrentan a un problema imposible. Cuando reciben la respuesta que estaban buscando, lo olvidan y continúan tratando de ser autosuficientes.

2 – No entienden la ley del sacrificio. Muchas personas quieren tener éxito, pero no quieren remangarse y ponerse a trabajar. La salvación tiene un precio y se necesita trabajo para pagar ese precio. Pero Dios promete bendecir el trabajo de nuestras manos y cuando trabajamos para ser salvos, fructificamos.

“En verdad, en verdad os digo que, si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, produce mucho fruto.” (Juan 12:24)

3Piensan que tienen tiempo para hacer las cosas más tarde. Es difícil para ellos aceptar el hecho de que no tienen ninguna garantía de que habrá un mañana. Ellos posponen su entrega a Dios hoy, creyendo que podrán rendirse a Él en el futuro. No logran comprender el hecho de que las segundas oportunidades son para los vivos; una vez que estés muerto (lo que podría suceder en un abrir y cerrar de ojos), todo habrá terminado. Es por eso que no debemos jugar con nuestras almas. No sabemos el día de nuestras muertes, pero podemos elegir dónde vamos a vivir por toda la eternidad. Si la oportunidad se presenta hoy, entonces debemos aprovecharla. Al poner nuestra vida en las manos de Dios, estamos siendo obedientes a Él y, a su vez, Él nos coloca bajo Su refugio.

“Y ahora, Israel, ¿qué requiere de ti el Señor tu Dios, sino que temas al Señor tu Dios, que andes en todos sus caminos, que le ames y que sirvas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, y que guardes los mandamientos del Señor y sus estatutos que yo te ordeno hoy para tu bien?” (Deuteronomio 10:12-13)

Dios no quiere que perezcamos, ni envía personas al infierno. De hecho, Él no quiere que nadie termine allí. Si lo hiciera, no habría expuesto su existencia y los medios para evitar ir allí. Él nos enseñó acerca de la salvación y cómo lograrla.

Si aún no ha rendido su vida, tome la decisión correcta ahora y trabaje hacia la vida eterna.

Ríndete a Dios hoy; no lo pospongas

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