¡No sirve de nada!…

con los pensamientos de Dios, pacto con Dios, socio de Dios,

201306023

No sirve de nada querer ser grande y pensar pequeño. Tampoco sirve de nada querer ser grande del día a la noche. Nadie nace grande. Es la ley de la naturaleza instituida por el Creador.

No sirve de nada ser socio de Dios y depender de terceros. Ser socio de Dios y contar con la ayuda de los otros no es vivir por la fe.

Querer no es poder. Si querer fuese poder este mundo sería un mar de rosas. Pues, ¿quién no quiere ser saludable, próspero, tener una familia y ser feliz?

Entre querer y poder existe un enorme desierto que atravesar. Esa travesía comienza con un primer paso: Determinación y firmeza de pensamiento. Pensamiento de acuerdo con los pensamientos de Dios.

A cada paso mantener la mente fija en el mismo consejo de Dios a Josué:

“Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer (conforme a toda la ley que Mi siervo Moisés te mandó)- pensamiento de Dios – ; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas.” Josué 1:7

Avanzar siempre en esa dirección sin esperar ayuda de terceros, sino confiando en que Aquel que hizo la Promesa es Fiel para cumplirla. Eso es vivir por la fe. Eso es depender de Dios.

Quien vive un pacto con Dios no puede contar con otros. O el Espíritu del Dios Altísimo está con usted o no Lo está. Si usted cree con todas sus fuerzas, entonces Él le da la certeza de que usted es Su socio. Tome una actitud, ponga su fe en acción, lleve a la práctica la inspiración dada, haga lo que está a su alcance y aguarde Su respuesta.

Depender de una sociedad con Dios y seguir adelante sin esperar ayuda de los otros ha sido el principio básico de la fe.

Dios les hizo la promesa a Abraham y a sus descendientes.

“Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.” Gálatas 3:7

Isaac fue bendecido y le transfirió su bendición a Jacob. No obstante, de forma fraudulenta, Jacob tomó posesión de la bendición.

Se hizo rico, pero todavía no era la propia bendición. Poseía la promesa de la bendición, pero no era feliz. Poseía la promesa, pero no era la bendición.

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