“Llevaba felizmente casada durante 12 años. De la nada, mi esposo comenzó a comportarse de manera extraña. Descubrí que me estaba engañando con mi mejor amiga. Cuando lo confronté, dijo que me dejaba y que quería el divorcio. Ni siquiera trató de resolver las cosas, simplemente se alejó y me dejó con cuatro niños pequeños.
Después de esto, el alcohol se convirtió en mi mejor amigo. Bebía unas cuatro botellas de vino al día. Me despertaba cubierta de mi propio vómito, sin recordar lo que había pasado la noche anterior. Al poco tiempo me invitaron a asistir al evento de la Escuela del Amor y así fue como comencé a venir a la Iglesia Universal. Estar allí me hizo darme cuenta de que mi vida también podía cambiar.
Al asistir a los seminarios de la Terapia del Amor, aprendí a valorarme a mí misma y a ser lo suficientemente humilde para cambiar para mejor. Ahora estoy en condiciones de dar esperanza a otros que también han estado en una relación rota. Mis hijos y yo no podríamos estar más felices.”
Bertha Laing