aspectos de su vida, compromiso con Dios, encuentro con Dios, todo eso es posible,
Vivimos en un mundo de ilusiones y mentiras. Que lo diga Hollywood. Su influencia alimenta corazones con fantasías y los conduce al engaño. Súmese a eso la multiplicidad de religiones. Cada una, en nombre de la buena fe, busca sus propios intereses. De ahí la dificultad en saber lo que es correcto y lo que no, el bien y el mal. Por esto, vienen las elecciones incorrectas.
Por otro lado, las personas sinceras y de buen proceder tienen sed. Sed de amor puro y verdadero; sed de justicia, de la verdad y del futuro de sus almas. Para ellas, el Señor prometió derramar Su Espíritu con el propósito de guiarlas en todos los aspectos de su vida: espiritual, emocional y física. Primero, espiritual; después sentimental y, finalmente, física. Tal secuencia es de fundamental importancia en la conquista de la felicidad. Primero el Reino de Dios.
Ha sido normal buscar primero la solución de los problemas circunstanciales, tales como los familiares, económicos o de salud. Al principio, por la fe, todo eso es posible de ser resuelto. Aunque no se tenga ningún compromiso con Dios. Pero no garantiza la plenitud de vida prometida. Porque eso sólo sucede después de un encuentro con Dios. Jesús resucitó a Lázaro, pero después él volvió a morir. Sació el hambre de 20 mil personas, pero después tuvieron hambre nuevamente. Quiere decir, los problemas circunstanciales pueden ser solucionados a través de la fe, pero después vendrán otros y otros más.
Quien quiera alcanzar la plenitud de vida tiene que sujetarse al señorío de Jesús por encima de todo. De lo contrario, nunca será feliz.
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