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Mantenga sus ojos en el OBISPO

Keep your eyes on the BISHOP

¿Recuerda cuando puso un pie por primera vez en la Iglesia Universal del Reino de Dios? Desde la primera reunión a la que asistimos, nos maravillamos de cómo las cosas de Dios comenzaron a tener sentido como nunca antes.

Aprendimos a leer la Palabra de Dios, a orar y, lo más importante, a usar nuestra fe: ¡una fe inteligente! Y más importante todavía, a lo largo de este camino de fe hubo alguien que Dios puso en nuestro camino para enseñarnos cómo comenzar a vivir nuestra vida por la fe.

Para algunos de nosotros, esta persona fue un obrero o un Pastor que, con mucha paciencia, nos enseñó las cosas más básicas de la fe que hoy están arraigadas en la manera en que vivimos nuestra vida diaria. Naturalmente, muchos de nosotros desarrollamos un gran respeto por esa persona que nunca se cansa de tomarnos de la mano y ayudarnos a crecer en nuestra fe. Aunque esta estima sea admirable, para muchos, los ha cegado ante el hecho de que todas las personas en este mundo, sin importar quiénes sean, son inherentemente defectuosas y propensas a decepcionarnos tarde o temprano.

“Pues vosotros andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.” 1 Pedro 2:25

La Palabra de Dios nos llama a mirar al Obispo de nuestra alma: el Señor Jesús. No podemos olvidar que no importa quién nos haya ayudado a crecer en nuestra fe, esa persona fue un instrumento en la obra de Dios para hacer la voluntad del Obispo de nuestra alma: el Señor Jesús.

La obra de regeneración en nosotros no la hizo un obrero, Pastor u Obispo. Esa persona fue simplemente una herramienta en las manos del Espíritu Santo para realizar la obra que solo Dios puede hacer en nosotros.

Examínese para ver que no está poniendo en un pedestal a quien le ayudó en los primeros pasos de su fe. No se trata de si esa persona le decepcionará, sino de cuándo, porque al igual que usted, son humanos y, en consecuencia, no son perfectos. Debemos recordar que sólo podemos esperar la perfección del Obispo de nuestras almas.

Muchos han tropezado en su fe e incluso han vuelto al mundo porque estaban decepcionados con alguien a quien admiraban. Recuerda que Pedro se hundió entre las olas cuando apartó los ojos del Señor Jesús. Eso debería decirnos que el único digno de ser idolatrado es nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

PD Si ve las debilidades o los defectos de alguien, recuerde la lista larga de los suyos propios y luego ore por esa persona.

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