Lleva tu propia cruz

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Lleva tu propia cruz

¿Cuánta gente piensa que, para seguir a Dios, todo lo que tienes que hacer es creer en Él y hacer el bien a los demás? Aunque estos son dos pasos importantes en la vida de un cristiano, no son suficientes para establecer una verdadera relación con él. Para recibir la vida que Él quiere darnos, tenemos que entender qué tan comprometidos estamos con Él.

“Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre y madre, a su mujer e hijos, a sus hermanos y hermanas, y aun hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:26-27)

Lo que Jesús está diciendo aquí es que quien no hace a un lado a su propia familia como a sí mismos para que Él sea el Primero en sus vidas, no es digno de Él. Esto no significa que debamos odiar a las personas que nos rodean, sino que debemos entender que nada puede interponerse entre Dios y nosotros, ni siquiera nosotros mismos. Para complacerlo, tenemos que poner su voluntad por encima de nuestros deseos y los de las personas que amamos. Esto es lo que significa llevar la cruz, porque cuando lo hacemos, corremos el riesgo de enfrentar la persecución y las críticas de personas que están cerca de nosotros.

Esta es una de las principales dificultades que tienen las personas cuando tratan de entregar sus vidas a Dios. Pueden renunciar a muchas cosas que se consideran incorrectas, pero cuando se trata de poner a un lado a sus familias, junto con sus tradiciones y formas de pensar, muchos encuentran que este precio es demasiado alto para pagar. Cortar lazos con miembros de la familia o amigos que influyen en ellos de manera contraria a la voluntad de Dios es demasiado para ellos.

Si realmente quieres seguir a Cristo y colocarlo en el centro de tu vida, debes estar preparado para enfrentar cualquier cosa que se levante en contra de tu fe. Es una gran decisión, una entrega de cuerpo, alma y espíritu. Pero una vez que lo haces, Dios te limpia, salva tu alma y te da Su Espíritu. En otras palabras, Él se da a sí mismo. Es como pedirle a alguien que se case contigo. Primero demuestras qué tipo de persona eres para que tu pareja pueda aceptar vivir toda tu vida contigo. Si aún estás fijo en lograr tus deseos, pero vienes a Dios pidiendo su bendición, es como si le estuvieras proponiendo a Él mientras aún tienes otros socios. Es una relación condenada al fracaso, por lo que Dios no tendrá parte en tu doble vida.

Cuando entiendes que Él quiere darte una nueva vida, salva tu alma y se entrega a sí mismo como Su Espíritu que vive dentro de ti, entonces te comprometes. Realmente le demuestras que Él es lo primero en tu vida y que todo lo demás viene después. Y si algo intenta interponerse entre tú y Él, lidias con eso rápidamente. Una vez que haya establecido ese tipo de actitud, Él aceptará con gusto su propuesta y comenzará a vivir una nueva vida con usted.

 

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