agradecerle al Señor Jesús, fuera algo imposible, se van a cumplir, terminé de hablar,
Una cosa es leer hechos proféticos que sucedieron en los tiempos bíblicos. Otra cosa es tomar conocimiento de lo que el Dios de Abraham, de Isaac y de Israel está haciendo HOY EN DÍA EN LA UNIVERSAL.
Lea este relato reciente:
Obispo, vengo por medio de este e-mail a relatar lo que sucedió el día 28/04/2014.
Alrededor de las 11hs, mi abuela me llamó diciendo que la hijastra de mi tío, de 3 años de edad, estaba en el hospital sintiéndose muy mal. Cuando terminé de hablar con mi abuela, fui a hacer una oración por la niña. Apenas terminé, recibí el llamado con la noticia de que la niña había muerto.
Me indigné mucho, pues había acabado de pedirle a Dios que la visitara en el hospital y que la curara. Inmediatamente después, la madre de la niña me llamó desesperada buscando consuelo, sin embargo, no tuve palabras de consuelo para darle. Lo que me vino para decirle fue que agarrara un vaso con agua y lo sostuviera firme, que yo haría una oración, y que cuando terminara de orar, ella mojaría los labios, la cabeza y el pecho de la niña y así lo hizo.
Colgué el teléfono y fui a hacer lo que usted siempre nos enseña: reclamarle a Dios.
Agarré mi Biblia, subí al techo de mi casa, doblé mis rodillas y comencé a reclamarle a Dios.
Como estamos en la campaña del Día de la Profecía, yo profeticé. Era una indignación sin tamaño que estaba dentro de mí. No aceptaba perder esta batalla, aunque, a los ojos humanos, fuera algo imposible.
A las 15hs, más o menos, la madre me llama para avisarme que ya estaban preparando a la niña en el cajón. Aun diciendo eso, yo no lo aceptaba, porque había profetizado que la niña iba a vivir.
Cuando estábamos hablando por el teléfono, la persona que estaba organizando a la niña en el cajón, llamó a la madre y le dijo: “No voy a continuar preparando a su hija, tuve la impresión de que está respirando”.
Entonces los médicos vinieron y constataron que la niña estaba viva. Ella quedó sin palabras y fue a verla. Poco tiempo después, la niña ya estaba llamándola: “¡Mamá!”
La madre de la niña fue a agradecer al Dios de la Universal, en la iglesia más cercana al hospital, la misma iglesia a la que poco antes, cuando la niña había sido dada por muerta, ella había ido para pedirle una oración al pastor para tener fuerzas y soportar la pérdida. Pero esta vez había vuelto allí para agradecerle al Señor Jesús.
¡Esta fue una profecía más de tantas que se van a cumplir! ¡YO CREO EN LA PROFECÍA!
Rubiana
Dios te bendiga!
Ob Celso Junior
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