desaparecer de nuestras vidas, el Señor Jesús, los hijos de Dios, vergüenza de Dios,
“Por la mañana, volviendo a la ciudad, tuvo hambre. Y viendo una higuera cerca del camino, vino a ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente; y le dijo: Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera.” Mateo 21:18-19
¿Qué culpa tenía la higuera de que no sea la estación de dar frutos?
Sin embargo, eso no fue suficiente para librarla de secarse desde la raíz y dejar de existir.
El Señor Jesús no aceptó ningún tipo de explicación o justificación para el hecho de no haber encontrado lo requerido en el momento de Su necesidad, y eso fue porque era Hijo de Dios, y no podía pasar vergüenza de no encontrar lo que buscaba, de no tener lo que necesitaba, de no tener Su necesidad suplida y Su hambre saciada.
Él era el Hijo y heredero del Dios Soberano, y no podía tener el nombre de Su Padre manchado por ningún tipo de vejación, y por eso la higuera tuvo que ser exterminada, pues representaba una vergüenza.
En la vida de aquellos que son hijos del Altísimo, no puede, de ninguna manera, ser diferente. Todo aquello que nos trae vergüenza, vejación y humillación debe secarse desde la raíz.
Los hijos de Dios deben odiar todo lo que trae vergüenza para su Padre, pues viven única y exclusivamente para glorificarlo.
Su vejación es la vergüenza de Dios.
Su necesidad es la vergüenza de Dios.
Su hambre es la vergüenza de Dios.
Su fracaso es la vergüenza de Dios.
Su vida infructífera es la vergüenza de Dios.
Para la vergüenza no hay justificaciones, no hay explicaciones. ¡Es vergüenza y listo! Y por eso debe secarse desde la raíz y desaparecer de nuestras vidas.
El Señor Jesús no aceptó la ausencia de frutos en un árbol. Eso Lo indignó al punto de maldecirlo. Si fue así con una higuera, que no tiene el poder de glorificarlo en nada, imagínese qué es lo que Dios siente en relación a la vida de los que son llamados hijos y siervos de Dios.
¡La INDIGNACIÓN y el deseo de secar su vergüenza desde la raíz!
El Señor Jesús exterminó lo que Le trajo vergüenza, ahora cabe que nosotros hagamos lo mismo y usemos la INDIGNACIÓN para secar nuestra vejación desde la raíz.
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