Body of Christ, God, Jesus, tipo de ayuda,
Murió el rico y fue sepultado.
“Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.”
Aquí comienza el tormento eterno del hombre que, en la Tierra, gozaba espléndidamente de su fortuna. Tenía el mundo a sus pies; servidumbre para todo, hasta para limpiarle el trasero.
Inmediatamente después de que la muerte golpeó su puerta, él se encontró en un lugar de tormento y desesperación general. Algo jamás visto por ojos humanos. Gritos incesantes de dolor y horror de las almas a su alrededor hacían el ambiente todavía peor. Era el infierno.
Miles de millones de almas, todas perfectamente conscientes de lo que estaban pasando. Pero nadie, ni siquiera una sola alma, para aliviar el tormento del otro.
“Entonces él, clamando, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama”. Lucas 16:23,24.
Por alguna razón el rico pudo ver y reconocer solamente a Abraham y a Lázaro. También pudo comunicarse y hasta suplicar ayuda. Debido a la historia de Abraham, de fe y proximidad a Dios, el rico pensó que podría lograr algún tipo de ayuda.
Pero no. Ni Abraham, ni incluso el Mismo Dios podrían haber revertido esa situación, mucho menos ayudarlo con un mínimo, tal como mojar el dedo en agua y refrescar su lengua.
Mientras estuvo en la Tierra, su corazón era soberbio y sus actitudes arrogantes, de nada le servía la humildad en los tormentos del infierno.
Estaba irremediablemente perdido.
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