No importa cuántas opciones parezcamos tener, siempre estaremos entre dos opciones: hacer nuestra voluntad o la voluntad de Dios. Naturalmente, los seres humanos se inclinan más a hacer su propia voluntad.
Se nota que nuestra voluntad parece más útil y eficaz, pero la realidad es que tarde o temprano descubrimos que no fue la mejor elección. La voluntad de Dios normalmente contradice la nuestra y, por tanto, tendemos a hacer la nuestra porque nos parece más atractiva.
En la última reunión de Godllywood Autoayuda, la Señora Helena compartió un gran consejo, que para quienes escuchan y ponen en práctica hará una diferencia en sus vidas: “Busca que se haga la voluntad de Dios”.
Cuando Dios nos dio libre albedrío, es decir, la libertad de elegir, lo hizo para que pudiéramos elegir, por nuestra propia voluntad, hacer la suya.
Hacer la voluntad de Dios significa que siempre estaremos en ventaja en todo. Él sabe todo sobre nosotros, nuestro pasado, presente y futuro, y conoce los corazones de todos los que nos rodean. Por lo tanto, Él tiene una imagen completa de la situación y nunca nos llevará a algo que no sea para nuestro bien.
Nuestra voluntad, por otra parte, no es fiable. Se basa en las circunstancias, el momento, nuestros sentimientos y muchas veces la razón queda fuera de la ecuación.
Además, por difícil que parezca, la voluntad de Dios no deja lugar a dudas, sino que genera paz y siempre será la mejor alternativa. Cuando haces la voluntad de Dios, la vida funciona.
Desafortunadamente, este no es el tipo de tema que habla el mundo. A pesar de esto, Jesús enseñó el secreto de la vida abundante en la oración más conocida, el Padre nuestro, cuando dice: “Hágase tu voluntad”.
Cada día debemos luchar por estar alineados con la voluntad de Dios, ya que este es el secreto para tener una vida plena y en paz.
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