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¿Es tu indignación tu fuerza?

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¿Es tu indignación tu fuerza? 

“Y el poder de Madián prevaleció sobre Israel. Por causa de los madianitas, los hijos de Israel se hicieron escondites en las montañas y en las cavernas y en los lugares fortificados. Porque sucedía que cuando los hijos de Israel sembraban, los madianitas venían con los amalecitas y los hijos del oriente y subían contra ellos; acampaban frente a ellos y destruían el producto de la tierra hasta Gaza, y no dejaban sustento alguno en Israel, ni oveja, ni buey, ni asno.” (Jueces 6:2-4)

El pueblo de Israel estaba viviendo en desesperación y con miedo. Venían de vivir en la esclavitud y sabían que Dios los había liberado. Los hizo una nación próspera.

Su existencia y las bendiciones que Dios les había dado hizo que sus vecinos se pusieran celosos.

Trataron de destruir a Israel muchas veces y de maneras diferentes.

Israel hizo lo malo ante Dios y comenzaron a adorar a Baal, que era presentado como el dios de la lluvia.

La agricultura era su especialidad. Ya que estaban en el medio oriente, necesitaban agua, la cual era escasa.

Comenzaron a hacer sacrificios para Baal, lo cual ofendió a Dios. Él permitió que las naciones que rodeaban a Israel prevalecieran contra ellos, haciendo que les faltara las dos cosas más esenciales de la vida:

  • Comida — Los enemigos robaban su comida durante la época de la cosecha.
  • Protección — Se escondían de los enemigos en cuevas.

En vez de reaccionar con fe, aceptaron la situación tal y como estaba. Solo un hombre decidió no aceptarla, Gedeón. Dios lo encontró trabajando, tratando de reunir comida mientras todos los demás estaban escondidos.

Puede que hayas sido esclavo de las circunstancias injustas, pero tu esfuerzo es en contra del mal, Satanás.

La indignación es el combustible para tu fe. No es suficiente estar indignado contra la situación, sino también contra…

“Y vino el ángel del Señor y se sentó debajo de la encina que estaba en Ofra, la cual pertenecía a Joás abiezerita; y su hijo Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas. Y el ángel del Señor se le apareció, y le dijo: El Señor está contigo, valiente guerrero. Entonces Gedeón le respondió: Ah señor mío, si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha ocurrido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas que nuestros padres nos han contado, diciendo: “¿No nos hizo el Señor subir de Egipto?” Pero ahora el Señor nos ha abandonado, y nos ha entregado en mano de los madianitas.” (Jueces 6:11-13)

Dios encontró una fe inteligente en él. Lo impresionó.

Todos tenemos el mismo derecho que Gedeón tuvo. Él sabía qué era lo que Dios podía hacer. Conocía las promesas de Dios.

Si tu comparas tu vida con las promesas de Dios y ves que no es lo mismo, deberías indignarte.

Hay dos tipos de personas – aquellas que no les importa y aquellas que no tienen nada que perder.

¿Vas a aceptar tu vida de esta manera?

Obispo Randal Brito

bishop@uckg.org

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