la fe cristiana, Un verdadero milagro,
Un sabio desafiaba a todas las personas a discutir con él acerca de la fe cristiana. Cierto día, mientras le hablaba a una pequeña platea, un hombre humilde se dispuso a argumentar con el sabio. En ese momento, el sabio lo interrumpió diciendo: “¡Responda mis argumentos!”
El hombre humilde tomo una naranja, la peló con calma, la chupó, y volviéndose hacia el sabio le dijo: “Estoy listo para hablar”.
El sabio, con una sonrisa irónica, dijo: “¡Por fin! ¡Vamos! Hable, hable… ¿qué es lo que tiene para decir como respuesta a mis argumentos en contra de la fe cristiana?”
Entonces el hombre le preguntó: “La naranja que chupé, ¿estaba dulce o ácida?”
El silencio fue total, pero fue roto enseguida por una enorme carcajada. ¡Todos se reían!
Pero el que más se reía era el sabio, que dijo: “Fue usted el que chupó la naranja… ¡es usted el que tiene que saber si estaba dulce o ácida!
“Un momento, vamos con calma… Si quien chupó la naranja fui yo, solo yo sé si estaba dulce o ácida, eso habla a mi favor y a favor de la fe cristiana. Antes, mi vida era de una forma. Después de que conocí al Señor Jesucristo fui transformado. ¡Un verdadero milagro! De modo que, como usted puede ver, yo probé la naranja de la Salvación y sé que es dulce, muy dulce. En realidad es usted el que está haciendo el papel de loco, hablando de un tema que no conoce. Si nunca probó la fe cristiana, ¿cómo puede saber el gusto que tiene?
El sabio fue silenciado. En ese caso, se cumplió el versículo que dice:
“… sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte.” 1 Corintios 1:27
Obispo Macedo
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