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Los hijos de Rubén y los hijos de Gad tenían una cantidad muy grande de ganado. Por eso, cuando vieron la tierra de Jazer y la tierra de Galaad, que en verdad era un lugar bueno para Ganado, los hijos de Gad y los hijos de Rubén fueron y hablaron a Moisés, al sacerdote Eleazar y a los jefes de la congregación, diciendo: Atarot, Dibón, Jazer, Nimra, Hesbón, Eleale, Sebam, Nebo y Beón, la tierra que el Señor conquistó delante de la congregación de Israel es tierra para ganado; y tus siervos tienen Ganado. Y dijeron: Si hemos hallado gracia ante tus ojos, que se dé esta tierra a tus siervos como posesión; no nos hagas pasar el Jordán’” (Números 32:1-5)
Cuando los Israelitas dejaron Egipto, sabían que tenían que viajar hacia la tierra prometida de sus antepasados y, supuestamente, no deberían quedarse a vivir en ningún otro lugar.
Dios quería que viajasen por el desierto. El desierto es donde aprendes a conocerte mejor; allí, no puedes contar con nadie más que con Dios. Vives en Su dependencia total.
Pero es aquí donde cae mucha gente, porque su fe es emocional/religiosa. Se vuelven como aquellos que dudaron de Dios. Él le juró a Moisés que no entraría la Tierra Prometida. El viaje debía durar tres años pero duró 40 años porque aquella generación dudosa tenía que morirse en el desierto.
Ahora estamos viviendo en el desierto, aquí en la tierra, y es por eso que muchos cristianos se enfrentan a tantas dificultades. El Cielo es la Tierra Prometida. El estar en el desierto nos mantiene en fe y fuertes. Pablo dijo que deberíamos agradecer a Dios por todo (1 Tesalonicenses 5:18). Mira las dificultades de una manera positiva. La tribu de Rubén, Gad y la mitad de Manasés se acercaron a Moisés y le contaron todo lo que prosperaron en el desierto. Le pidieron si se podían quedar atrás en vez de cruzar el Río Jordán.
Algunas personas tienen fe para prosperar en el desierto, lo cual no es malo, pero se acomodan con sus victorias. Ponen todas sus fuerzas en lograr las bendiciones y se olvidan de la meta principal: la salvación (la Tierra Prometida). La rechazan y se relajan en su vida espiritual hasta que su conexión con Dios se quiebra. Dios se queda en el último lugar de la lista.
Moisés le otorgó el permiso a las tribus porque insistieron. Pero más tarde fueron derrotados por los reyes, capturados como esclavos y en la historia de Israel no se sabe nada más de sus andanzas.
Prioriza tu alma sobre todas las cosas.
Que Dios te bendiga.
Obispo Randal Brito
bishop@uckg.org
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