El tiempo de Dios

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El tiempo de Dios

Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús; y también Jesús fue invitado, con sus discípulos, a la boda. Cuando se acabó el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino.” Y Jesús le dijo: Mujer, ¿qué nos va a ti y a mí en esto? Todavía no ha llegado mi hora.

Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que El os diga.

Y había allí seis tinajas de piedra, puestas para ser usadas en el rito de la purificación de los judíos; en cada una cabían dos o tres cántaros. Jesús les dijo: Llenad de agua las tinajas. Y las llenaron hasta el borde. Entonces les dijo: Sacad ahora un poco y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, y como no sabía de dónde era (pero los que servían, que habían sacado el agua, lo sabían), el maestresala llamó al novio, y le dijo: Todo hombre sirve primero el vino bueno, y cuando ya han tomado bastante, entonces el inferior; pero tú has guardado hasta ahora el vino bueno.

Este principio de sus señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en El.”(Juan 2:1-11)

¡Esta palabra habla del primer milagro de Jesús! Captó mi atención en varias formas. Observa los siguientes puntos:

  1. Jesus fue invitado a una boda. Siempre que era llamado, nunca lo ignoraba. Siempre está presente en cada momento de nuestras vidas.
  2. Si Él estaba en la boda, no necesitaba estar en la iglesia o en la presencia de los pastores. Él estaba allí como Él está aquí ahora, a tu lado.
  3. El vino era un elemento que no podía faltar en una boda, era un símbolo de alegría. Sin embargo, las personas se dieron cuenta que se estaba acabando, y María (madre de Jesús) fue rápidamente a junto de Él y le dijo lo que estaba pasando. La respuesta fue de extrema autoridad: “Todavía no ha llegado mi hora.”

Este es el punto clave que quiero compartir con vosotras. Esta declaración demuestra que el Señor tiene un tiempo adecuado para actuar. No es cuando queremos ni cuando pensamos que es el timpo oportuno, pero es más bien cuando Jesús quiere.

Esta es la razón por la que siempre debemos estar conectadas con el Padre. Nuestra oraciones nunca serán ignoradas, están siendo analizadas y, con certeza, recibiremos el milagro esperado en el tiempo de Dios.

Mucha gente piensa que es suficiente ser “una santita” para entrar en el cielo. Esto no es suficiente, exige un sacrificio diario.

Piensa bien en esta palabra y deja que Dios siempre sea el primero en tu vida. De esa manera, con seguridad seremos testigos de Él en este mundo!

Que Dios te bendiga.

Sra. Claudia Brito

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