en nuestra mente, tener pensamientos negativos,
El mundo fue creado con la Palabra de Dios. Él dijo: ‘Sea la luz’. Y hubo luz. De la misma manera que hay poder en la Palabra de Dios, también hay poder en nuestras palabras; por lo tanto, debemos tener mucho cuidado con lo que sale de nuestra boca.
“Muerte y vida están en poder de la lengua, y los que la aman comerán su fruto.” (Proverbios 18.21)
Cada palabra que pronuncias es como una semilla que siembras. Si siembras semillas malas, cosecharás frutos malos, y si siembras semillas buenas, recogerás frutos buenos.
Cuando muchas personas miran sus vidas, no entienden por qué su familia, su matrimonio, etc. está en el estado actual. Se preguntan: ‘¿En qué me he equivocado?’
Por ejemplo, hay madres que le dijeron a sus hijos: ‘Cuando crezcas vas a sufrir para que veas el sufrimiento que me has causado.’ Hoy, estos niños crecieron y están sufriendo; sus vidas están destruidas.
Cuando dices una palabra negativa, no ves su efecto al momento – lo mismo sucede cuando plantas una semilla, no recoges su fruto al instante. Sin embargo, con el tiempo, se vuelve visible. Cuando sacrificas por algo y no ves los resultados rápido, deberías tener cuidado con lo que dices. Siempre debemos confesar la victoria incluso si nuestros ojos no la ven.
Todo comienza en la mente. Antes de permitir que las palabras salgan de nuestra boca, pensamos en ellas en nuestra mente. Por lo tanto, debemos tener cuidado con nuestros pensamientos porque el mal también puede hablar en nuestra mente. El mal quiere que creamos en sus ideas, para aceptar sus pensamientos y profesarlos.
A menudo, cuando las personas se frustran, dicen cosas de las que más tarde se arrepienten. Por eso tenemos que tener mucho cuidado cuando somos emocionales; cuando algo no sale como habíamos planeado, ¡cuidado con tus palabras!
“La lámpara del cuerpo es el ojo; por eso, si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará lleno de luz. Pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará lleno de oscuridad. Así que, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande será la oscuridad!” (Mateo 6.22,23)
Como confirma el versículo anterior: “La luz del cuerpo es el ojo.”. Si miras a las personas con malos ojos, eso se reflejará en las palabras que salen de tu boca. A veces, puede que ni siquiera hables, pero a través de tus ojos comienzas a juzgar y a tener pensamientos negativos de esa persona. Este problema empeora más todavía cuando profesamos tales palabras.
Tú decides si ver lo bueno o lo malo; nadie puede tomar esa decisión por ti. Siempre debes vigilar tus ojos, tus pensamientos y tu lengua porque tu vida depende de ellos.
Obispo Alvaro Lima
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