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¿Quien quiere el Espíritu de Dios?
Aquellos que quieren recibir el Espíritu de Dios en el próximo Ayuno de Daniel tendrán que pagar el precio justo para conseguirlo. Con certeza, quien no lo haya recibido, no puede culpar a Dios. Sabemos que siempre hay que pagar un precio o hacer un sacrificio para lograr un sueño. Desafortunadamente, debido a la falta de esfuerzo y de compromiso, no todos pueden alcanzar sus sueños.
Los discípulos tuvieron que pagar el precio de obedecer las instrucciones de Dios de no irse de Jerusalén, para esperar por la Promesa del Padre, el derramamiento del Espíritu de Dios en el Día de Pentecostés (Hechos 1:4). Que hayan sido testigos de la resurrección del Hijo de Dios, no fue suficiente como para tener el derecho de recibir el bautismo. Tuvieron que pagar el precio de no irse de Jerusalén hasta la llegada del Espíritu Santo.
¿Por qué tuvieron que esperar en Jerusalén? La obediencia era una prueba de fe. Y, de hecho, no todos fueron sellados aquel día. Había más de 500 testigos en la resurrección del Señor, pero solo 120 fueron aprobados para recibir el Espíritu Santo en el día de Pentecostés durante el período de 40 días.
Lo mismo les sucede hoy en día a los discípulos, con respecto al regreso del Señor Jesús. Quien no permanezca en obediencia a la Palabra de Dios se quedará atrás, así como las cinco vírgenes necias (Matero 25). No habrá excusas.
Las trompetas están sonando. El Único que tiene poder ya toca y el que es sabio obedece.
21 días del Ayuno de Daniel.
A partir del 9 de febrero (a medianoche) hasta el miércoles, 1 de marzo (a las 23h59).
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