El mal que entra por los ojos

damos a nuestro cerebro es, la otra persona,

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El ser humano tiene el don de encontrar errores en los demás. Tal vez sea, en realidad, más un mal que un don. Existen los que encuentran errores incluso en Dios, como los que encontraron defectos en Jesús cuando estuvo en esta Tierra. Y fue Él mismo quien nos alertó sobre los peligros de este mal:

“Pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en la oscuridad”. Mateo 6.23

Es decir, yo puedo no saber que usted tiene malos ojos hacia mí. Por lo tanto, sus malos ojos no me afectarán. Pero a usted sí. ¿Cómo?

Cuando tenemos malos ojos hacia alguien, comenzamos a buscarle defectos. La orden que le damos a nuestro cerebro es: “Esa persona es mala. Encuentra pruebas de eso.” A partir de entonces comenzamos a ver todo mal:

  • ¿La persona llegó atrasada? Es perezosa.¿Llegó temprano? Lo hace para que el jefe la vea.
  • ¿Es bonita? “Se la cree”.  ¿Es fea?  ¡Bien hecho!
  • ¿Tiene dinero? Es ladrón. ¿No tiene dinero? Es un don nadie.
  • ¿Hace buenas obras? Es solo para  llamar la atención. ¿No hace buenas obras? Es egoísta.
  • ¿Se destaca por lo que hace? Quiere mostrarse. ¿No se destaca? Es un cero a la izquierda.

Esa búsqueda por los defectos no tiene fin. Usted se convierte en una persona amarga, odiosa, rencorosa, cuya lengua sólo tiene veneno. Si usted tiene malos ojos hacia alguien, no hay forma que ese alguien le agrade. El problema está en usted, no en la otra persona.

Su estado es tan serio que las victimas de sus ojos malos ni necesitan castigarlo, criticarlo o defenderse. Usted ya tiene el propio castigo: la oscuridad que hay en su interior. Una rabia que nunca acaba. Una persona amargada, que sólo logra atraer amigos iguales a usted – que odian a las mismas personas. Un sentimiento de que usted es el único “perfecto”, incluso sabiendo que tal cosa no existe.

Pero, ¿por qué usted no puede ver eso?

Ah, disculpe la pregunta. Me olvidé de que usted está en la oscuridad.

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