El jabón de lavandero

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¿Pero quién podrá soportar el día de su venida? ¿Y quién podrá mantenerse en pie cuando El aparezca? Porque Él es como fuego de fundidor y como jabón de lavanderos. (Malaquías 3:2)

Como cristianos, no es poco común para nosotros haber escuchado antes el versículo de arriba. A menudo, hablamos bastante del fuego de fundidor, y así como el oro y la plata- la vida del cristiano también es probada durante los momentos más duros (el fuego), y es ahí donde nuestra fe se purifica y llegamos a ser más fuertes. Sin embargo, vamos a explorar el jabón de lavanderos.

Primero, necesitamos entender la función del lavandero en aquellos tiempos bíblicos, lo cual, envuelve el lavado de telas (de lana en particular) para eliminar aceites, suciedad y otras impurezas, y para hacerlas más gruesas. Durante este proceso, la tela también se blanquea, al mojar y batir las fibras hasta lograr una condición consistente y aceptable.

A diferencia de un jabón ordinario, el jabón del lavandero contiene sustancias alcalinas que remueven el aceite, y al mezclarse con las moléculas del aceite, hace que se disuelvan en el agua. Con la tela a remojo en jabón y agua, el lavandero batía y golpeaba las impurezas.

Ahora, ¿de qué manera se relaciona esto con nosotros? El objetivo es que seamos purificados para ser aceptables. Aunque el proceso de lavado sea difícil y, a veces, riguroso, estos momentos de purificación nos preparan para “hacer ofrendas de justicia”.

Puede que estés pasando por momentos muy difíciles ahora mismo, pero acuérdate del jabón del lavandero, ten en cuenta la severidad del proceso, pero recuerda también el resultado final. No solo quedarás limpio, sino que también serás más fuerte.

Obispo Alvaro Lima

 

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