El Diezmo

Comunión con Dios, la presencia de Dios, pacto con Dios,

El Señor Jesús era el diezmo de Dios para salvar al mundo (Juan 3.16). El diezmo significa el primogénito, el primer hijo varón.

Esaú rechazó el derecho de ser el diezmo y por eso fue rechazado por Dios y perdió el derecho de su propia bendición.

La mayoría de las personas del mundo no son diezmistas. ¿Por qué? Porque son desobedientes y rebeldes para con el Señor, como Adán y Eva.

A estas personas todavía no les ha sido revelada la fe viva en el Dios vivo (Mateo 11.27)

Tocaron el diezmo del Señor y, por eso, fueron expulsados de la presencia de Dios y de Su jardín. El árbol que tocaron era propiedad exclusiva del Altísimo. Esto es tan cierto que inclusive, ellos fueron maldecidos.

Y cuando el Señor llama a Su pueblo para que se asocien con El, el primer mandamiento es que le devuelvan sus diezmos y ofrendas, sino serán maldecidos. Y esto es lo que ha sucedido en este mundo malvado.

Matrimonios fracasados, hijos rebeldes y llenos de ira contra sus padres, enfermedades esparcidas rápidamente, hambruna, miseria, destrucción… El mundo ha estado viviendo un caos porque la naturaleza también se ha puesto en contra de la humanidad por desobedecer al Dios Altísimo. La fidelidad del diezmo garantiza la bendición de Abraham.

En otras palabras, nos convertimos en la bendición en sí. Pero robar del diezmo y de las ofrendas garantiza una maldición para ti y para tus hijos. Los diezmistas tienen el privilegio de ser la bendición porque tienen un pacto con Dios.

“…pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás.” (Génesis 2.17)

Para poder tener una comunión con Dios otra vez, la humanidad debe comenzar por el diezmo.

Ob. Celso Junior