Cuarentena – Día 16

Contempla a Dios, el Espíritu Santo, Señor Jesús,

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“Entonces, dice María: Mi alma engrandece al Señor, y mi espíritu se alegró en Dios, mi Salvador, porque contempló la humildad de su sierva. Pues, desde ahora, todas las generaciones me considerarán bienaventurada, porque el Poderoso me hizo grandes cosas. Santo es su nombre. Su misericordia va de generación en generación sobre los que lo temen. Actuó con su brazo valerosamente; dispersó a los que en el corazón, alimentaban pensamientos soberbios.Derribó de su trono a los poderosos y exaltó a los humildes. Llenó de bienes a los hambrientos y despidió vacíos a los ricos. Amparó a Israel, su siervo, a fin de acordarse de su misericordia a favor de Abraham y de su descendencia, para siempre, como prometió a nuestros padres. (Lc.1:46-55)

Esta oración de María transmite lo que está en su interior.

En la Biblia, existen tres tipos comunicaciones: Cuando Dios habla; cuando el hombre habla, y cuando el diablo habla.

Y, en este caso, quien habla, es María.

Ella no estaba envuelta por el Espíritu Santo, pero se expresa a través de sus propias palabras.

Con certeza, María no era alguien popular porque en aquella época la mujer no tenía ningún valor.

Pero, a partir del momento que generara al Señor Jesús, el Hijo del Altísimo, pasaría a ser considerada en la Historia; todos sabrían de su existencia, pues fue escogida a “dedo” por Dios.

Y ella reconoció eso…

Con sus propias palabras, muestra lo que Dios había hecho en su interior, aunque no se considerara “digna” para esto.

“Su misericordia va de generación en generación…”

¿Por qué dice esto Maria?

¡Por que no se consideraba perfecta!

Quién recibe la misericordia de Dios son los que están atentos a su interior; que ven, y reconocen, sus propios errores y fallos.

Cuando miramos hacia nuestro interior, nos damos cuenta que debemos ser dependientes, necesitamos ser de Dios, así como gratos con Él.

Maria ya era grata “…porque el Poderoso me hizo grandes cosas…” Aún sin haber ocurrido nada visible en su vida.

Pero, sólo con el hecho de que ella cargase en su interior al propio Dios – el Señor Jesús – lo veía como algo inexplicable.

Cuando tenemos un encuentro con Dios… Cuando Lo tenemos en nuestro interior, lo exaltamos y lo contemplamos. Damos gracias por todo lo que Él hace, y ha hecho en nuestra vida.

“…dispersó a los que, en el corazón, alimentaban pensamientos soberbios…”

Dios ve lo que está en tu interior… Si alimentas aquello que tus ojos ven o si riges tu vida por el “sentir”, como hemos hablado.

Lo que las personas no ven, Dios ve; Él sabe lo que tienes en tu interior.

¿Qué ha destacado en tí? ¿Qué ocupa tu día a día?

¿Vives en función de las otras personas? ¿Te basas en los buenos o en los malos ejemplos ajenos?

Siempre hay algo que llama demasiado tu atención: Puede ser un sentimiento; el pasado; un trauma…

A veces, quieres defenderte; justificarte… ¡Pero no quieres confiar!

Sin embargo, Dios sólo actúa valerosamente, cuando dependemos de Él. Cuando no pasamos “delante de Él”, con temor de que no cumpla con lo prometido.

En realidad de esta forma, ¡no se cree! Esto se convierte en preocupación; duda…

“Derribó de su trono a los poderosos…”

¡Aquí, María ve a Dios derribar el trono de los poderosos!

Sea cuál sea considerada la amenaza… ¡Contempla a Dios! ¡Confía en Él! No te justifiques, no tomes la justicia en tus manos, déjala en las manos de Dios.

“Llenó de bienes los hambrientos…”

¿Porqué a los hambrientos?

Porque aquel que tiene sed en su interior, y es justo delante de Dios, no se justifica delante del “hombre”. Normalmente, este es el rico, que tiene que salir siempre ganando con sus palabras.

Pero aquel que confía en Dios, tendrá paz…

No tiene que justificarse; digan lo que sea… ¡Dios proveerá!

“Amparó a Israel, su siervo, a fin de acordarse de su misericordia a favor de Abraham y de su descendencia, para siempre.”

Note como María veía a Dios…

Hay personas que en su interior, dicen: “ Estoy viviendo una injusticia; los poderosos me ahogan…” Y así, no confían en Dios.

Pero quien confía y vive en la dependencia de Dios, Lo aprecia, independientemente de cualquier cosa; tiene buenos ojos.

Debes prestar atención en la conducta; en las actitudes. Observa porque Dios escogió a María… Mira la gratitud; el engrandecimiento; la exaltación hacia Él.

Israel había cometido muchos errores, y María Lo vio como misericordioso; que ampara; y tiene paciencia.

Dios cumple siempre lo prometido, pero María no tuvo que ver para creer. No era el hecho de cargar el hijo de Dios, que hacia que Lo alabase.

Las palabras apenas reflejaban su interior…

“Porque la boca habla de lo que está lleno el corazón” (Mt.12:34)

 

Vivi Freitas
vivifreitas.me/es

 

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