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Cuando reconoces que tienes que cambiar

en una experiencia, la próxima vez,

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A lo largo de nuestras vidas, pasamos por experiencias que nos moldean – o al menos intentan moldearnos. Si somos ciegos y sordos a lo que nos enseña cada experiencia, entonces nuestro carácter no puede ser moldeado. Y es ese el problema que muchos de nosotros cargamos por dentro. 

Nuestro corazón humano está tan lleno de sí mismo, tan convencido de saber mucho, de que nunca se equivoca, que muchas veces no aprendemos las lecciones contenidas en una experiencia.

Cuando finalmente nos damos cuenta de eso, cuando nos despertamos ante el hecho de que ESTAMOS equivocados, podemos reaccionar de una u otra manera. Podemos despertarnos y humildemente aprender nuestra lección; o obstinarnos y mantener nuestro orgullo. La primera opción significa que aprendemos y crecemos; la segunda, que nos volvemos tan orgullosos que no podemos aprender algo nuevo.

Nuestra mente necesita renovación porque envejece. Con los años, si no actualizamos nuestra mente, nos volveremos demasiado espiritual y mentalmente viejos. o sea, con viejas ideas, viejas maneras y resistencia al cambio, dejamos de crecer y nos quedamos atrás.  Mentes más jóvenes (y actuales)  se nos adelantan y nos volvemos aburridos, amargados y resentidos de lo que éramos. Después culpamos al mundo por haber cambiado.

“El cambio es difícil pero casi siempre esencial para sobrevivir.” – Les Brown

Entonces, la próxima vez que tus opiniones o creencias sean desafiadas por unas mejors, no seas orgulloso. ¡Venga, cambia, es por tu bien!

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