el Espíritu Santo, voluntad de Dios,
“Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, pues Él da el Espíritu sin medida.” (Juan 3:34)
Yo no soy una cualquiera; ¡no puedo aceptar ser una cualquiera! Si hago la voluntad de Dios y tengo Su Espíritu, entonces debo asumir que soy Su enviada.
Donde yo esté, ¡esto tiene que quedar claro! Sea en casa, en la escuela, en el trabajo, donde yo vaya, lo que yo haga, tengo que ser diferente; tengo que hacerlo diferente.
Sólo hay un desarrollo espiritual – y personal – cuando veo con los ojos espirituales. Si estoy bien, espiritualmente, el resto será una consecuencia.
¡Quien tiene el Espíritu Santo, no ve limites! Sus ojos ven más allá de las cosas que están delante de ella. No existen barreras o sentimientos de pena de si misma; solo existe una meta, que es llegar a su objetivo.
Por eso, no hay medida. ¡O es o no es! Quien es de Dios no puede ser reprobado. Puede ser exhortado, disciplinado, pero nunca reprobado.
Tú y yo somos reprobados cuando ponemos limites a nuestra fe.
Un abrazo a todos.
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