la condición espiritual, largo de su vida, las promesas de Dios,
La mayoría de las personas saben qué hacer cuando se trata de cosas lógicas. Saben su posición en lo que se refiere a su carrera, están conscientes de la situación de su familia pero, ¿y su vida espiritual?
En qué etapa están: ¿liberación, conversión, nuevo nacimiento o bautismo con el Espíritu Santo?
En Ezequiel 36.25-27, el profeta habla de la renovación de Israel porque la condición espiritual de las personas era mala. Mediante estos versos podemos identificar 4 etapas por las que las personas pasan cuando vienen a Dios y deciden cambiar.
“Entonces os rociaré con agua limpia y quedaréis limpios; de todas vuestras inmundicias y de todos vuestros ídolos os limpiaré.” (Ezequiel 36.25)
La primera etapa es la liberación. Una persona no puede avanzar a la próxima etapa sin haber sido liberada primero de cualquier mal que pudo haber sido usado para impedirle que reciba lo que Dios prometió. Esto puede ser una adicción, malos pensamientos, el pasado, complejos y básicamente cualquier cosa que guarde en su corazón y en la mente que le impida recibir las promesas de Dios.
“Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne.” (Ezequiel 36.26)
Después de que una persona esté libre de su pasado, añora una vida diferente y pasa por el proceso de conversión, en vez de continuar de la misma manera en la que estaba viviendo, ¡da una vuelta de 180 grados en la dirección opuesta! No depende de Dios hacer esto; depende de la persona pero Él le ayuda dándole un nuevo corazón y un nuevo espíritu. El crea en él una nueva criatura, un hijo de Dios y luego dice, “Pondré dentro de vosotros mi espíritu y haré que andéis en mis estatutos, y que cumpláis cuidadosamente mis ordenanzas” (Ezequiel 36.27). Esta es la cuarta etapa: el bautismo con el Espíritu Santo.
Sin el Espíritu de Dios, una persona es incapaz de caminar en comunión con El a lo largo de su vida. Es por esto que tenemos a gente viviendo en ciclos de culpabilidad. Vienen a la iglesia, deciden cambiar y cambian de verdad pero después de algún tiempo vuelven a su estilo de vida.
El tiempo pasa y la culpa los vence y comienzan otra vez. Esta vez duran un poco más pero con el tiempo vuelven a sus viejas costumbres otra vez. Y así continúan viviendo en este ciclo pensando que no pueden cambiar y otros incluso acaban abandonando su fe del todo. Todo porque no fueron sellados con el Espíritu de Dios. Por eso vamos a tener el ayuno de Daniel de 21 días el 1 de agosto. Es nuestra oportunidad para conectar con el Espíritu Santo íntimamente ya que nos abstendremos de todo tipo de medios de comunicación y entretenimiento. Vamos a ponerle a El en primer lugar.
Que Dios te bendiga.
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