Desde afuera mirando hacia adentro, nunca se podía saber porque se había convertido en una maestra en enmascarar no solo lo que realmente estaba sucediendo en casa, sino aún más cómo la afectaba en el día a día.
Sin saber qué desencadenaría un arrebato, siempre me sentía avergonzada, sola y confundida.
La nueva historia de Chinonso comenzó exactamente cuando pensó que terminaría: de pie al borde de la carretera, lista para correr frente al tráfico en movimiento. Llegó a este punto por todo lo que llevaba guardado dentro de ella desde que era joven y esta parecía ser la única manera de terminar con todo. Sin embargo, una luz al final de un túnel muy oscuro vino de un lugar inesperado.
“Pensando en ese momento, no puedo creer que haya sido yo. Nunca me puedo imaginar haciendo algo así hoy día, pero el viaje para llegar a este punto fue largo. Al crecer siempre me sentía muy sola. Mi hermana estudiaba en un internado y mi madre trabajaba muchas horas para llegar a fin de mes.
Luego, cuando me internaron a mi también fue cuando esos sentimientos de soledad se convirtieron en no querer salir de mi habitación, ni cuidar mi apariencia o salud. Me sentía tan mal que mi compañera de cuarto tenía que arrastrarme para hacer tareas básicas como ducharme. No tenía fuerzas para hacer nada.
Sentía como si una nube oscura se cerniera sobre mí y me ahogara en una tristeza que no podía expresar con palabras. Tenía tanto miedo de que me malinterpretaran o me juzgaran que nunca le conté a mi familia por lo que estaba pasando. En las redes sociales, me presentaba como segura de mí misma, pero en realidad tenía muchas inseguridades y siempre trataba de ser alguien que no era.
Iba a fiestas o intentaba hacer lo que hacían otras personas de mi edad, pero nada llegaba a llenar el enorme agujero que sentía dentro de mí. Me sentía como si estuviera atrapada y la única forma en que podía obtener una sensación de liberación emocional era infligiendo dolor en mí misma.
Sin embargo, muy pronto me di cuenta de que esto solo funcionaría momentáneamente, y cuanto más lo hacía, más vacía me sentía por dentro. Nadie lo sabía. Escondía mis cicatrices debajo de mangas largas y sudaderas con capucha, incluso en verano.
Un día, me detuvo una niña que sostenía un folleto en la mano y me invitó a un evento organizado por el Grupo Joven VYG. Cuando llegué, no entendía mucho de lo que estaba pasando, pero el ambiente era tan diferente a todo lo que conocía, todos estaban tan felices y animados. Sentía tanta paz simplemente sentándome en esa silla. Aunque no estaba tan familiarizada con todo lo que estaba pasando, algo dentro de mí me decía que le diera una oportunidad a ese lugar. Cuando terminó el evento, todos despejaron la sala pero yo permanecí sentada. Un asesor me preguntó si estaba esperando la reunión que estaba por comenzar y como no quería irme dije que sí. Recibí una oración que me hizo sentir mucho más ligera y dormí muy bien esa noche por primera vez en mucho tiempo.
Me aconsejaron que comenzara a asistir a las reuniones de los viernes para recibir apoyo espiritual contra los pensamientos negativos, y con cada reunión a la que asistía, los mensajes me llevaron a tener una mentalidad más positiva.
La nueva Chinonso ahora tiene el deseo de usar su experiencia para ayudar a otros que están pasando por lo mismo que ella experimentó una vez. Hoy, aunque no lo tengo todo, por dentro estoy completa y tengo una fuerza para luchar por mi vida que antes no tenía. Si usted me hubiera dicho hace 5 años que este año me graduaría como médica, para poder ayudar a otros a mantenerse con vida, no se lo hubiera creído. Mi vida dio un giro completo.
¡Les invito a asistir el próximo domingo a las 8:30am o 12pm para tener la oportunidad de comenzar su nueva historia!”.
Chinonso Ojukwu