¿Alguna vez se ha detenido a reflexionar sobre lo que puede aprender de los tiempos difíciles de la vida? ¿Qué pasa si Dios está usando estas situaciones para enseñarle algo?

De hecho, a nadie le gusta pasar por problemas, pero es un hecho que vendrán, tal vez debido a la acción de los espíritus malignos o debido a las malas decisiones que tomamos a lo largo de la vida, por ejemplo.

Pero cuando analizamos la Biblia, vemos que Dios permitió que sucedieran algunas circunstancias para que el pueblo de Israel pudiera aprender algo. Por ejemplo, cuando los hebreos estaban a punto de entrar en la Tierra Prometida, Dios les dio poder y guía para destruir todo lo relacionado con las personas que vivían allí. Dios no quería que su pueblo se mezclara con gente extraña.

Desobediencia

Sin embargo, podemos ver en Jueces 3 que los hebreos cuestionaron esta decisión del Señor y, por lo tanto, desobedecieron. Les resultó más ventajoso cobrar impuestos a sus enemigos, pero como consecuencia, poco a poco terminaron mezclándose con esas personas, aprendiendo su cultura e incluso casándose entre ellos.

Esto trajo resultados negativos a los hebreos, comenzando con la idolatría que se instaló entre ellos. Finalmente, Dios dijo que debido a su desobediencia, tendrían que vivir con sus enemigos.

“A veces enfrentamos problemas persistentes en nuestras vidas y su propósito es enseñarnos. De Jueces 3 podemos entender claramente que Dios obra con las circunstancias. Lo mismo se puede ver en la vida del apóstol Pablo. Para que no se enorgulleciera, Dios le clavó una espina en la carne. A veces Dios trabaja con tristezas, pérdidas y situaciones que no somos capaces de entender en ese momento específico. Entonces empezamos a buscar Su presencia, hacemos votos y al final, lo más importante no es el milagro, sino el hecho de que Dios obró en nosotros durante ese proceso”, explica la escritora Núbia Siqueira.

 Aprender de los problemas

En otras palabras, mientras alguien está usando su fuerza para buscar la ayuda de Dios en situaciones de la vida, al mismo tiempo Él está trabajando en esa persona. Crecemos espiritualmente sin siquiera darnos cuenta.

A través de los problemas, aprendemos a depender de Dios, y esto nos hace humildes ante Él. La escritora explica que el Altísimo no lo hace para hacernos daño, sino porque es la única forma en la que Él puede salvarnos. “Nuestra naturaleza es tan mala que si Él nos da total libertad, no sabremos cómo lidiar con ella. Si no nos enseña con firmeza, no sabremos cómo manejar esta libertad”.

Es decir, a Dios no le agrada nuestro sufrimiento pero ama tanto nuestra alma que, muchas veces, esta es la única forma que tiene de salvarnos.

Entonces, use este período del “Ayuno de Daniel: 21 días para tener la mente de Cristo” para hacer una autoevaluación acerca de quién ha sido usted ante Dios.

¿Qué puede aprender de los desafíos que ha enfrentado a lo largo de su vida? ¿Qué pasa si hay algo dentro de usted que necesita cambiar pero aún no se ha dado cuenta?

Busque la ayuda de Dios orando y fortaleciendo su comunión con Él, para que pueda comprender Su voluntad para su vida. Aproveche este propósito especial de la fe para fortalecer su relación con el Altísimo.