Dios no trabaja con la duda. Él trabaja con la fe, que es la certeza. Siendo así, la duda se convierte en su mayor enemigo. Usted nunca verá el poder de Dios manifestarse en la vida de una persona que vive indecisa. Entonces, para cambiar verdaderamente de vida, es necesario aprender a callar la voz de la duda y alimentar la voz de la fe.
Cuando el pueblo de Israel dejó la esclavitud comenzó a hacer una serie de reclamaciones a Moisés, (lea Éxodo 14:11-14).
Ellos se dirigían rumbo a la tierra prometida, pero tenían que pasar por un proceso llamado desierto.
Pero, ¿cómo podrían entrar en una nueva tierra pensando de esa forma? El pueblo tenía que perder la visión de esclavos.
En otras palabras, no sirve de nada tener cosas nuevas, estar en lugares nuevos, ser rico de la noche a la mañana si usted sigue aferrado a su antigua mentalidad. Un ejemplo de ello son algunas personas que ganaron la lotería. ¿cómo está la vida de esas personas hoy? Algunas ya lo perdieron todo.
No huya del proceso
Generalmente, nadie quiere pasar por el ‘desierto’ que hay entre la esclavitud y la tierra prometida. Pero es precisamente ahí donde aprendemos a valorar la dirección de Dios y aumentamos nuestra confianza en Él. Si usted está viviendo una situación parecida, sepa que Dios le está preparando para algo grande.
Sin embargo, también es en los momentos en los que pasamos por varias dificultades y problemas cuando la voz de la duda intenta desestabilizar su fe.
Allí es cuando muchas personas comienzan a reclamar, se rinden y se desaniman. Pero lo correcto es hacer exactamente lo contrario. Debemos tener cuidado para no caer en esta trampa, callar la voz de la duda y alimentar la voz de la fe, ¿cómo? Permitiendo que Su Palabra sea nuestra dirección hacia el éxito.
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