La Biblia dice: “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien…” (Romanos 8:28). Es bastante común que la gente se queje, se queje y pregunte “¿por qué?” cuando nos enfrentamos a una situación angustiosa. Sin embargo, el Salmo 119:71 dice: “Bueno es para mí ser afligido, para que aprenda tus estatutos.”
Mucha gente vino al Señor Jesús angustiada y desanimada. Le pidieron ayuda y, al conocer y confiar en Su Palabra, sus vidas fueron transformadas por el poder de la fe. Jesús vino al mundo para salvar a los angustiados, cansados, heridos y despreciados por la sociedad. Por eso, cuando te encuentres en una situación angustiante, recuerda: el Señor vino por los que sufren. Todo lo que tienes que hacer es invocarlo y, como consecuencia, se cumplirá otro versículo de la Biblia: el Salmo 50:15, que dice: “e invócame en el día de la angustia; yo te libraré, y tú me honrarás.”
Dios ya conoce todas nuestras necesidades, pero cuando le presentamos nuestros problemas, estamos practicando nuestra fe. Cuando lo invocamos con todo nuestro corazón y sinceridad, Él siempre está disponible para escucharnos, independientemente de nuestros errores. Este es el secreto de la fe: debemos tener fe no sólo para ganar sino también para perder – y esto incluye dejar ir la vieja vida para recibir una nueva de Dios.