del Señor Jesús, el Espíritu Santo, en nombre de Jesús,
Hoy vamos a hablar sobre la persona convertida, pero que no nació de nuevo.
La persona, cuando es convertida, equivale al ejemplo de los discípulos: En toda la historia de los Evangelios, excepto al final, nos damos cuenta que los discípulos son convertidos, predican el Evangelio, expulsan demonios – en nombre de Jesús – tienen alegría de servir, pero, al mismo tiempo, revelan una gran debilidad espiritual.
Por ejemplo, Pedro pregunta: “¿Cuántas veces debo perdonar a mi hermano?” – Respondía el Señor Jesús: “Setenta veces siete.” (Mt.18:21,22)
Muchos de los convertidos que están en la Iglesia, están cansados de cumplir la Ley y los Mandamientos. Se les hace pesado… Tienen mucha facilidad para entristecerse y ser dominados por los sentimientos.
Una de las señales, también es el miedo…
Ten en cuenta que cuando el Señor Jesús murió y resucitó, los discípulos estaban encerrados en casa, debido a las perturbaciones causadas por el miedo y por los problemas que les sobrevinieron.
Solamente cuando Jesús fue llevado a la cruz, quedo claro, en medio de ellos, el pánico, revelando la dependencia de Su persona.
Para ellos, el “Maestro” había desaparecido y, por consiguiente, su poder también – el mismo poder que tenían cerca de Él – ¡también había desaparecido!
¡¿Y Pedro, que decía: “Jamás voy a negar al Señor…”?! Y, al final, ¡¡Lo negó tres veces!! (Juan. 18:25)
El convertido esta seguro de que tiene fuerza, y que va a continuar, sin negar la fe. Pero, cuando llegan los problemas, ¡ahí se revela su debilidad!
Esto es lo que ocurre también con aquellos que están en la Iglesia: Cerca de los demás, que tienen el Espíritu Santo, son fuertes e invencibles, pero cuando están solos, se ven “débiles”, y no consiguen poner en acción su propia fe.
Muchos confunden la conversión con el bautismo con el Espíritu Santo, porque, cuando están en la Iglesia, evangelizan, sienten alegría, pero, siguen limitados en su fe y con miedo de exponerse. Como sucedió con Pedro y los demás discípulos, que se escondieron, después de la captura del Señor Jesús.
¡En el momento de la persecución o del problema, no quieren exponer su debilidad, y por eso, se esconden! En realidad, la fuerza de cada uno, se apoyaba en la “sombra” del Señor Jesús.
Me acuerdo de un ejemplo práctico en mi vida: Al lado de mi hermana, de pequeña, yo era “toda-poderosa”, pero cuando ella no estaba, ¡me mostraba como una cobarde!
Es exactamente así: Cuando la persona es convertida, ella se siente segura al lado de alguien que tiene el Espíritu Santo. Pero, estando sola, se siente insegura, y es justamente cuando está delante de los problemas, sin nadie a su lado que la fortalezca, entonces entra en decadencia espiritual.
¡Aquella “estabilidad”, se muestra nula!
Mientras que está en una “atmosfera” de fe – en la Iglesia – tiene paz, pero esta no la acompaña, sino que en medio de los problemas se desvanece. ¡No consigue tener una fe sólida y creer totalmente! Siempre necesita basarse en la convicción de alguien, revelando así su dependencia.
Vive problemas en el día a día, y piensa que es normal, tener frecuentemente desconfianza, preocupación y miedo. Incluso personas que se convencen que son de Dios y bautizadas en el Espíritu Santo – supuestos siervos – revelan cobardía delante de las situaciones: tienen miedo, se bloquean, no buscan ayuda y permanecen “amarrados”.
Problemas siempre existirán; la diferencia está en la reacción a los mismos.
La persona que es convertida, necesita dar el siguiente paso, ¡qué es Nacer de Nuevo!
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