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Cuando el Espíritu de Dios viene nos transforma.
El amor es algo muy común en el mundo pero hoy vamos a aprender juntas qué significa el amor de verdad y así podrás identificar si has desarrollado este amor en tu interior o no.
Cuando las persona te miran, ¿a quien te pareces? ¿A tu padre o a tu madre? Normalmente, te pareces a ambos, tienes cosas de ambos. Y lo mismo sucede cuando somos bautizados con el Espíritu Santo, adquirimos Sus características.
Vamos a ver qué tipo de amor viene de Dios y no del mundo ni de algo físico que hemos visto.
“Respondiendo Jesús, dijo: Cierto hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, los cuales después de despojarlo y de darle golpes, se fueron, dejándolo medio muerto. Por casualidad cierto sacerdote bajaba por aquel camino, y cuando lo vio, pasó por el otro lado del camino. Del mismo modo, también un levita, cuando llegó al lugar y lo vio, pasó por el otro lado del camino.” Luke 10. 30-32
Alguien que enseñaba acerca de la fe cruzó la calle, quizás no tenía tiempo y luego el levita también evitó al hombre herido. Seguramente creían que tenían el amor de Dios pero por lo visto no es así. Y el Samaritano manifestó una actitud diferente:
“Pero cierto samaritano, que iba de viaje, llegó adonde él estaba; y cuando lo vio, tuvo compasión,” Lucas 30. 33
El amor vino de su interior, el amor lo hizo detenerse y ayudar al hombre.
La diferencia entre el amor del mundo y el amor de Dios
El amor de este mundo es un amor que viene de afuera a dentro. Ves algo que te conmueve, y sientes una emoción, por ejemplo ves a alguien que está enfermo y te compadeces pero llegas a casa y te olvidas de esa persona. O quizás ese amor hace que ayudes a una persona necesitada porque eres una buena persona pero después ves a esa misma persona una semana más tarde y no te saluda y ahí ya empiezas a criticarla, entonces, ¿Dónde está ese amor? Fue una emoción.
O ese tipo de amor que da pero siempre espera algo a cambio. Por ejemplo, dejaste la casa limpia y cena para tu marido, y como no te dice nada, te resientes y ya estás pensando en cómo hacérselas pagar la próxima vez.
Y están esas personas que quieren casarse, quieren ser felices, quieren tener una familia y una vez que están casadas, como va con ese pensamiento de buscar su propia felicidad, cuando se dan cuenta de que tienen que sacrificar, ya pronto consideran que el matrimonio no funciona.
Cuando tienes este amor del mundo que no es de Dios, solo buscas el complacerte a ti misma, es egoísta, no piensas en los demás, haces las cosas pensando en ti misma nada más.
Recuerdo el primer día que sentí este amor. Nunca antes lo había sentido, y te hará entender porque hacemos lo que hacemos, porque no nos importa dejarlo todo para dar nuestro tiempo a los demás.
Sientes el dolor de las personas que sufren y eso te hace tener compasión y te hace dar más de ti, de tu tiempo. Te pones en los zapatos de los demás, te permite sacrificar, entiendes a las personas.
¿Qué hizo Dios por nosotros?, sacrificó a Su propio hijo, ese es el amor de Dios, haces lo que sea para ayudar a los demás. Cuando este amor está en ti, no miras que las personas no te saluden, no te importa si alguien habla de ti, no te molesta lavar un plato que tu compañera de cuarto ha dejado en el fregadero, simplemente lo lavas tu misma.
Para aquellos que recibieron el Espíritu Santo hace tiempo, mira en tu interior que el egoísmo no se apodere de ti, porque es algo que siempre tienes que buscar constantemente.
En los últimos días el amor se enfriará, dice la Biblia. Sé transformada !no permitas que se enfríe tu amor por las almas!
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