Las Sagradas Escrituras nos muestran que cada casa es construida por alguien y que Dios es quien construyó todas las cosas (lee Hebreos 3:4). Físicamente, sabemos que todos los edificios fueron diseñados y construidos por arquitectos e ingenieros que trabajaron para hacer esos lugares habitables y cómodos.
Cuando se trata de las familias que viven en estos lugares, no es diferente. Una familia no nace por casualidad. La Palabra de Dios afirma que la mujer sabia edifica su hogar (lee Proverbios 14:1) y que la esposa del hombre que teme a Dios será como vid fructífera, y sus hijos como plantas de olivo alrededor de la mesa (lee Salmo 128: 3).
En otras palabras, una casa debe ser construida no sólo por hombres y mujeres sino también por Dios, porque la Biblia dice que “si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican” (Salmo 127:1). Esto significa que si alguien intenta construir un hogar sólo con sus fuerzas, ese hogar se derrumbará cuando lleguen los vientos y las tormentas, tal como un castillo construido sobre la arena.
Por eso, si quieres construir un hogar fuerte, debes unir tus fuerzas con el gran Constructor: Dios. Y puedes hacerlo incluso si tu “castillo de arena” ya se ha derrumbado, como dice Su Palabra: “La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera…” (Hageo 2:9). Si crees, Dios te guiará en cada paso del camino y, a través de la fe, agregará cada “ladrillo” a la construcción de tu vida bendecida.
¿Te gustaría saber más sobre cómo unir fuerzas con Dios para que Él pueda tener el control de tu vida? Únete a nosotros este domingo a las 12h (también a las 8.30h y 18h) en la Iglesia Universal en español.
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