cambiar el mundo, toda la logística, un poco de tu tiempo,
Día frenético. Tránsito. Calor y bocinas, muchas bocinas. Tú, sin pensarlo, también comienzas a insistir con la bocina. La irritación, el estrés del día, el aire caliente y pesado solo agravan la situación, y la bocina parece un escape.
Lentamente, los autos comienzan a moverse y tú, para entender lo que está sucediendo, miras hacia el costado: una señora en silla de ruedas, que acaban de subir a un auto–con toda la logística que eso requiere –, trabó el tránsito.
Dos cosas pueden suceder: que te sientas mal y con vergüenza por haber insistido con la bocina sin saber el motivo, o que aceleres y pienses que aquel no era el lugar ideal para estacionar el auto y subir a la señora. Lamentablemente la segunda opción parece ser la que más sucede en los días de hoy.
Y ese es solamente un ejemplo de los miles que suceden diariamente. Hay quien no admite esperar un segundo para que otro pase; otros no miran quién está a su lado y simplemente aceleran atropellando a quien esté adelante para llegar antes en la fila.
Es el retrato de la falta de respeto hacia el otro, falta de la simpatía, de disposición para ayudar, para dar un poco de tu tiempo. Es la falta de amor al prójimo.
“Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.” Romanos 12:10
Si cada uno de nosotros pusiéramos ese pequeño versículo en acción todos los días, con seguridad veríamos más respeto del otro. Pero es difícil detenerse y pensar: “¿Y si hicieran conmigo lo que acabo de hacerle a esa persona? Muchos no se preguntan por miedo a escuchar su propia respuesta.
Entonces llegamos a otra conclusión: además de la falta de amor, las personas también pueden carecer de coraje.
La falta de coraje para actuar con paciencia en un mundo tan caótico, para darle un abrazo a quien prácticamente no conoce, para ser simpático y dar el lugar para que el otro pase antes. El ser humano carece de osadía para actuar diferente a lo que se adaptó.
Y esa comodidad es la que hace al ser humano cada vez más egoísta, irrespetuoso e incrédulo.
Cada uno de nosotros necesita y debe tener coraje para ir hacia adelante y poner el amor en práctica. ¿Quién sabe si así, podremos cambiar el mundo, con simples gestos de generosidad?
“Estas cosas os he hablado para que en Mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, Yo he vencido al mundo.” Juan 16:33
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