de una manera espiritual, la mujer samaritana, pasa el tiempo,
El primer componente del que vamos hablar es de la Paz, que muchos piensan que tienen pero no es así.
Hay dos tipos de paz, está la paz del mundo, que viene de las cosas físicas que vienen del mundo y está la paz de Dios, que solo Dios te puede dar.
La paz que da el mundo, puede hasta sonar perfecta. Quizás todo lo que deseas es un trabajo, una pareja, un hijo …. Y cuando consigues una de estas cosas, tienes la sensación de paz en tu interior.
¿Pero cual es la diferencia?
Lee la parábola de la mujer samaritana:
“Una mujer de Samaria vino a sacar agua, y Jesús le dijo: Dame de beber. Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos. Entonces la mujer samaritana le dijo: ¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? (Porque los judíos no tienen tratos con los samaritanos.) Respondió Jesús y le dijo: Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber”, tú le habrías pedido a El, y El te hubiera dado agua viva. Ella le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo del cual bebió él mismo, y sus hijos, y sus ganados?
Respondió Jesús y le dijo: Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna. La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga sed ni venga hasta aquí a sacarla.” (Juan 4.7-15)
Cuando Jesús le preguntó a la mujer samaritana ¿qué tipo de paz quería, la del mundo o la que Él daba? Ahí podemos ver que Su paz es superior.
La paz del mundo se sujeta a muchas cosas diferentes, depende de varias cosas, pero ¿qué pasa si una de estas cosas no llega, o desaparece o se va de tu lado? Esa paz se va también. Cualquier cosa puede sacarte esa paz.
Por eso Jesús dijo, “si conocieras el agua que yo tengo para darte, no tendrás sed jamás.” Entonces esa es la paz en la que debemos invertir.
Y para recibir este tipo de paz no podemos utilizar nuestras emociones, nuestros sentimientos, tenemos que invertir de una manera espiritual, haciendo lo que Dios quiere que hagamos, sacrificando.
Quizás tu paz estaba en tu marido que se fue con alguien más joven. Entonces tu le entregas ese dolor a Dios y permite que Dios produzca ese fruto en ti. Nadie te podrá arrancar esa paz si es Dios quien te la ofrece.
Analízate a ti misma, ¿de quien o de qué depende la paz que tienes? ¿Cómo reaccionas cuando tienes problemas? ¿Posees esta paz que viene de Dios, que es permanente?
Identifica si el Espíritu de Dios vive en ti y si no es así búscalo más. Bebe del agua que Jesús tiene para ofrecerte.
A medida que pasa el tiempo, tendemos a relajarnos, por lo tanto, si hace tiempo que recibiste el Espíritu Santo, analízate tu también y cambia lo que sea necesario. Busca esa paz permanente en Jesús.
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