cumplir con sus obligaciones, por primera vez, una buena presa,
Él ya tenía todas las arrugas del tiempo cuando lo encontré por primera vez. Se quejaba de que tenía mucho que hacer. Le pregunté cómo era posible que, en su soledad, tuviese tanto trabajo…
-¡Tengo que domar a dos halcones, entrenar a dos águilas, mantener quietos a dos conejos, vigilar a una serpiente, cargar a un asno y dominar a un león! – dijo él.
-No veo ningún animal cerca del lugar donde usted vive. ¿Dónde están ellos?
Él explicó:
-¡Todos los hombres tienen esos animales!
Los dos halcones se lanzan sobre todo lo que aparece, sea bueno o malo. Tengo que domarlos para que se fijen sobre una buena presa. ¡Son mis OJOS!
Las dos águilas hieren y destrozan con sus garras. Tengo que entrenarlas para que sean útiles sin herir. ¡Son mis MANOS!
Los dos conejos quieren ir adonde les agrada. Huyendo de los demás y esquivando las dificultades…Tengo que enseñarles a quedarse quietos, aunque sea penoso, problemático y desagradable. ¡Son mis PIES!
Lo más difícil es vigilar a la serpiente. A pesar de estar presa en una jaula de 32 rejas, ni bien la jaula se abre está lista para morder y envenenar a los que la rodean. Si no la vigilo de cerca causa daños. ¡Es mi LENGUA!
El asno es muy obstinado, no quiere cumplir con sus obligaciones. Alega estar cansado y se rehúsa a transportar la carga de cada día. ¡Es mi CUERPO!
Finalmente, necesito dominar al león… Siempre quiere ser el Rey, el más importante. Es vanidoso y orgulloso. ¡Es mi CORAZÓN!
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