centro de atención, el problema es de Él,
Fue lo que muchas lectoras escribieron al leer los mensajes del Blog esta semana. Se sintieron acusadas, pero, en vez de justificarse, como es costumbre de alguien en esas condiciones, pidieron ayuda. ¿No es genial? Creo que el cambio ya comenzó.
Entonces, ¿cómo cambiar? ¿Cómo dejar de querer ser el centro de atención?
Un día, una amiga mía reconoció que tenía ese complejo de celebridad y, como de costumbre, primero comenzó a llorar. Luego, intentó cambiar con sus propias fuerzas; pretendía estar feliz, a pesar de no ser el centro de atención en el grupo de amigas. Un par de días después, todo volvió a la normalidad. No era capaz de cambiar por completo.
Cambiar no se consigue fingiendo que no tienes ese problema.
Solamente cuando se entrega esa necesidad a Dios de espíritu, alma y cuerpo, es que el cambio se produce. Pues, si todavía te preocupa lo que los otros piensan de ti y de tu imagen es porque aún no te entregaste 100% a Dios. Una parte de ti te pertenece aún y esa parte es justamente la que te hace esclava a esos sentimientos.
Cuando entregamos nuestro todo a Dios, y somos criticadas, rechazadas, humilladas, calumniadas, no respetadas y maltratadas no nos afecta, porque ya no pertenecemos a nosotros mismas y sí a Dios. Ahora, el problema es de Él.
Cuando pertenecemos a Dios, dejamos tantas cosas negativas atrás… No tenemos miedo al futuro, ni ansiedad por algo que necesitamos y queremos que acontezca o que no suceda. Dios nos da la seguridad de que Él está cuidando de nosotras. Y, ¿sabes una cosa? Somos su centro de atención.
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