Así como Dios creó el mundo con sus palabras, nos dio el mismo poder para que lo que decimos se haga realidad. La Biblia dice: « Muerte y vida están en poder de la lengua,
y los que la aman comerán su fruto.» (Proverbios 18:21). Ante los problemas, quejarse no resuelve nada. Al contrario, solo genera más negatividad tanto para quien se queja como para quienes lo escuchan.
Con esto en mente, participamos en el Ayuno de Zacarías de 21 Días, durante el cual nos abstendremos de decir palabras negativas o pesimistas y nos enfocaremos únicamente en palabras positivas y edificantes. Puedes aprender más sobre este ayuno haciendo clic aquí.
Aquí tienes cuatro sugerencias que te ayudarán a aprovechar al máximo este nuevo y poderoso propósito:
1 – Mira el lado positivo. Todo tiene un lado positivo; todo depende de tu perspectiva. A veces, puede llevar tiempo comprender por qué sucedió algo, pero con el tiempo, quizás te des cuenta de que fue para bien. La Biblia da el ejemplo de José, quien, a pesar de ser vendido como esclavo por sus hermanos, reconoció que Dios usó esa difícil situación para un propósito mayor (puedes leer más sobre ello en el libro de Génesis). Este es el espíritu de quienes viven por fe.
2 – Dar gracias a Dios. La Biblia nos enseña: «Dad gracias en todo» (1 Tesalonicenses 5:18). A menudo damos por sentado lo que tenemos y a las personas que nos rodean. Por ejemplo, cuando alguien fallece, con frecuencia escuchamos lo maravilloso que era y cuánto lo extrañaremos. Sin embargo, mientras vivía, esas mismas personas podrían no haber expresado su agradecimiento con la suficiente frecuencia. Tristemente, es común darnos cuenta de cuánto extrañamos algo solo después de perderlo. A veces mostramos el mismo comportamiento hacia Dios: nos centramos demasiado en las oraciones sin respuesta mientras pasamos por alto las bendiciones y transformaciones que Él ya ha obrado en nuestras vidas. Es importante reflexionar sobre esto y expresar gratitud a quienes nos rodean, especialmente a Dios.
3 – Haz algo al respecto. Si un problema tiene solución, toma la iniciativa y trabaja para encontrar una solución. Si puedes contribuir a resolver la causa de tu insatisfacción, haz tu parte. Sin embargo, si está fuera de tu control, elige no quejarte, ya que esto podría empeorar la situación.
4 – Habla con Dios. Tenemos el gran privilegio de poder comunicarnos con Dios directamente, así como de entregarle nuestras preocupaciones y tristezas más profundas. Aprovecha este derecho que el Todopoderoso nos concede. Busca un lugar tranquilo, cierra la puerta y desahoga toda tu angustia. Después de orar, considera que el problema ya no es tuyo, sino de Dios. Confía en que Él te ha escuchado y te responderá.
Si sigues estos pasos, sin duda verás un cambio significativo en tu forma de actuar y reaccionar ante los desafíos de la vida. Como resultado, tus días se sentirán más ligeros y productivos. Sin embargo, no limites esta práctica a sólo 21 días; ¡conviértela en un hábito en tu vida!
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